“Cada uno de nosotros es depositario de una herencia y portador de una misión.
Cada uno de nosotros ha heredado de su padre y de su madre, de sus numerosos antepasados, de su pueblo, de su idioma, ciertas particularidades buenas o malas, agradables o enojosas, ciertos talentos y ciertos defectos, y todo eso hace en conjunto lo que somos”
Herman Hesse, 1949
Cuando llegamos al mundo e incluso antes del nacimiento, nuestra familia tiene una herencia lista para nosotros, y ésta no es sólo material; también heredamos, sin ser conscientes, todo tipo de conflictos afectivos, intelectuales, corporales y sexuales que van a programar o influir profundamente en nuestras vidas.
Con frecuencia los padres proyectan sus imágenes o deseos sobre sus hijos . Con él nos imponen sutilmente un papel, una personalidad y, en última instancia, un destino al que debes adaptarte para no ser rechazado por el clan.
Para imponernos ese destino usan el lenguaje no verbal propio de cada familia, hecho de miradas, silencios y gestos. Y en ocasiones, incluso aparecen las órdenes literales como: “serás un fracasado”.
De
alguna forma nos mantenemos fieles a una lealtad familiar invisible,
como las raíces de un árbol que nos alimenta muchas veces con
frustraciones, decepciones, desamores y malestares que no nos
corresponden.
Se trata de ver si esas heridas, ese dolor, ese sufrimiento es nuestro, si lo hemos experimentado nosotros en la infancia, adolescencia u otro momento, o bien si pertenece a la experiencia de nuestros antepasados: abuelos que fueron a la guerra, abuelas o bisabuelas que perdieron a sus maridos o a sus hijos, padres que perdieron a sus propios padres a muy temprana edad, etc.
La
necesidad de pertenecer a la familia la vinculamos con la necesidad
de repetir situaciones parecidas, por
lealtad y por amor hacia la vida que hemos
recibido. Inconscientemente,
vivimos como una traición el poder disfrutar o lograr algo que
nuestros antepasados no pudieron alcanzar. Solo atravesando
el sentimiento
de culpa que
ello provoca podemos hacer algo diferente en la vida. Pero, vale la
pena ¿no?
Somos
portadores de los conflictos no solucionados de nuestro árbol familiar y eso
se manifiesta en nosotros en el plano material: (económico, laboral,
malestares físicos) en el plano emocional: (relaciones de pareja,
hijos, amigos…) en el plano sexual , intelectual, haciéndonos
sufrir, no realizarnos… impidiendo ser felices, en definitiva.
Es
un lenguaje de precisión matemática, un sistema de repeticiones con
fechas, disfunciones, muertes, situaciones, nombres: mapas
neurológicos que se transmiten de generación en generación.
Mirar
nuestro árbol genealógico* nos permite sacar a la luz las
limitaciones, prohibiciones y reglas que nos dejaron nuestros
ancestros, para que de esta forma podamos desactivar las repeticiones
o programas poco saludables y potenciar aquellas cosas útiles que
nos conducen a la evolución personal, familiar, de la sociedad y del
planeta. Se trata siempre de tomar consciencia de las repeticiones
y los temas importantes dentro del clan familiar, y el entramado
inconsciente heredado que orienta nuestras elecciones en la vida y
aquellas creencias que bloquean nuestro desarrollo individual.
* ver ¿Qué necesitamos para hacer nuestro árbol genealógico?
* ver ¿Qué necesitamos para hacer nuestro árbol genealógico?
Los
secretos familiares son todas aquellas informaciones referidas a
acontecimientos ocultos que han quedado enterrados en el silencio y
en el olvido, por ser demasiado dolorosos, por ejemplo, la muerte de
un bebé, una violación, un accidente, un suicidio, una traición,
una infidelidad, un familiar con alguna anomalía, desequilibrio,
deformidad...
Se
transmiten del inconsciente de los padres al inconsciente de los
hijos, se convierte en un mal que golpea justamente a los que
queremos proteger. “Cuando el trauma no es asumido sigue vivo”
¿Qué
hacemos con todo esto?
Primero
de todo, poner Luz en nuestras raíces, tomar consciencia de cual es
nuestro linaje, investigar sobre nuestro árbol familiar. Vale la
pena empezar a recoger información, hablar con nuestros familiares,
con los más mayores y recoger su perspectiva, sus historias y
memorias, hacerles preguntas. Vamos a ver que muchas veces no
quieren o no pueden recordar, o sus recuerdos son contradictorios con
los de otros familiares... no es tan importante... este trabajo, esta
mirada, este reconocimiento, este acercamiento ya es sanación. A
veces te dan información al cabo de semanas o meses, algo ya está
cambiando...

El
tomar consciencia de que tenemos un destino personal que va mucho más
allá de las expectativas familiares y ancestrales, el investigar
sobre quienes somos en realidad, con qué vibramos, qué nos hace
sentir vivos, dónde y cómo fluimos con la vida, qué talentos,
capacidades, potencialidades tenemos... El reconocernos y
reencontrarnos es la base de la felicidad y la armonía en la
vida.
No es tan importante saber de antemano cuáles son los secretos familiares u otros datos, ya que al poner la intención y al crearse una vibración de Amor y Luz y conectar con nuestra Esencia Divina, nos estamos sanando a nosotr@s, nuestro árbol, nuestras raíces...
No es tan importante saber de antemano cuáles son los secretos familiares u otros datos, ya que al poner la intención y al crearse una vibración de Amor y Luz y conectar con nuestra Esencia Divina, nos estamos sanando a nosotr@s, nuestro árbol, nuestras raíces...
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